miércoles, 1 de junio de 2011

Ley de Shadow: Capítulo 2 - Ahora sé que la quiero


Navidades - 10 años.

Habían pasado ya 2 meses desde que la conocí y también infinidades de cosas con respecto a lo que le ocurría en torno a todo esto. En primer lugar, la distancia que me separaba de entablar una conversación “estable” con mi bella chica “Macarra” (:P) era demasiado inmensa, ella estaba interesada en cosas y personas que yo desconocía por completo, por eso yo simplemente podía verla desde mi puesto que se encontraba en lo último de la primera fila, sabiendo que ella estaba sentada de primera (o de segunda) en la segunda fila. Yo soñaba despierto en mi pupitre con todas las cosas más bonitas que se me podían ocurrir, pero compartiéndolas con ella (Ese pupitre, aparte de aguantarme los cabezazos que le daba cuando sentía que había metido la pata… todo el tiempo… se puede decir que era mi fiel aliado y confidente).

Pero lamentablemente de lo que hablo no pasaba de ser eso, “Simples sueños”… Porque ella era alegre, carismática, llena de vida, feliz… con todos pero al parecer conmigo no. El caso es que estuve 2 meses en la faena donde solo podía decirle “Hola” al menos, a veces ella me respondía y con eso era feliz (Recuerdo que una vez intenté regalarle una galleta, pero me dio tanta pena que cuando la llamé y la vi cerca en el recreo, lo que hice fue que le lancé las chips alloy a las manos… afortunadamente no se le cayeron!!!), aunque lo realmente interesante es lo que va a ocurrir en el capítulo siguiente. Pero antes les voy a comentar un poco de una persona muy especial que también influyó, contribuyendo a formar a la persona que hoy día soy. Salí de clases el 15 de Diciembre y el 16 ya estaba en un autobús con destino a Maracaibo. Me iba para Colombia a pasar allá las navidades con mis tíos en el poblado de San Diego, en las cercanías de la ciudad de Valledupar.

En fin, llegué a San Diego el 17 de Diciembre, y lo primero con lo que me encuentro es con un tío postizo sentado en la puerta, y de paso rascado con un revolver cargado. Mi mamá me pidió que lo saludara pero yo no quería hacerlo (porque me cae mal la gente borracha). Entonces con la misma, mi tío sacó el revólver y me dijo mientras lo hacía: “Vea sobrino, si usted no me da un abrazo yo le voy dando un plomazo entre ceja y ceja” (¡¡¿Qué loco verdad?!!). Como la reacción fue inmediata, salí corriendo de ahí porque no quería irme del mundo sin decirle a la bella chica pelirroja lo que en realidad sentía por ella, aunque unos meses después, creo que hubiese resultado más sencillo eso en comparación con lo que iba a ocurrir.

Pero de nuevo en la historia, ya se había hecho de noche y estaba yo en casa de otra de mis tías, y allí en medio de toda mi confusión, conocí a una persona que representa para mi “actualmente”  mucha importancia. Me refiero a una chica llamada Claudia quien es una gran amiga. Claudia y yo entablamos una gran amistad en esa navidad, pero a pesar de ser una chica muy hermosa, no podía dejar de pensar en la hermosa chica de los cabellos rojos, quien se encontraba en Venezuela con mi corazón entre sus manos sin saberlo. He mencionado a Claudia porque de verdad ha sido ella una de las personas más importantes que le va a dar la vuelta a esta historia, y ella misma, quizás sin quererlo me devolverá derechito al camino de ilusiones que llevaba antes de conocerla.

Simplemente yo digo todo esto porque de verdad, esa fue una de las navidades mas buenas que había pasado junto a una gran amiga y compañera, aunque por cosas que a veces uno no entiende en el momento que ocurren, esto bonito se transforma en otra cosa que tambalea un poco la realidad que estaba viviendo.

Cap 2... Fin.

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